Eran las cuatro de la madrugada cuando la Puerta del Obispo de la Catedral Nueva se abría para que nuestros titulares regresaran a su interior por vigésimo cuarta vez consecutiva.
Cuatro horas habían pasado ya cuando nos encontrábamos en la calle Calderón de la Barca en unos de los momentos más emotivos de nuestra procesión sin duda alguna, el silencio de la madrugada se vio roto por unos rezos de unos cofrades que cansados por el peso de los pasos, otros manchados por esa cera roja que en un principio fue vela y que con el paso de las horas había ido consumiéndose entre oraciones, con las manos frías por haber portado los enseres de nuestra cofradía.
La noche fue fría aunque no tanto como ocurrió en los años 2007 y 2008, y por vigésimo cuarta vez desde 1987 recorrimos las calles de salamanca después de la promesa de silencio en el Atrio de la Catedral Nueva. Este se hizo en toda la ciudad al paso de nuestros titulares dando así si cabe aun más solemnidad a nuestro desfile.
Son muchos los puntos de nuestro recorrido en los que la gente se coloca para vernos pasar, pero hay uno en especial que siempre es escogido por muchas personas, y no es otro que la calle Tostado, estrecha y difícil de pasar para nuestros hermanos de paso, que cada año bajan con mas maestría.
Este año la llegada al Convento de la RR.MM. Isabeles estaba cargado de mucha emoción, puesto como bien dijo la Madre superiora: ”Vuelves a la misma casa de la que saliste el 31 de marzo de 1864 por consecuencias políticas y hoy te recibimos con gozo”.
El acto de la Trilogía de la Pasión como siempre fue un momento de gran recogimiento en el que participaron también el sacerdote que nos acompaño (Nuestro Padre Tomas Fernández no pudo acompañarnos debido a una enfermedad, pero sin duda alguna seguro que nos acompañaba con sus oraciones), José Amador Martin, que nos acompañó en nuestro desfile penitencial, rompió el silencio con unos versos al Stmo. Cristo de la Agonía Redentora extraídos del acto del Poeta ante la Cruz que el mismo protagonizó semanas atrás.
Nos aguardaba la siempre difícil Calle de la Compañía, que de un solo tirón subimos gracias a la Agrupación de nuestra cofradía y a la Banda de música de la Banda Ciudad del Tormes, los cuales concatenaron varias piezas musicales para ayudar a nuestros hermanos de paso en la subida.
A las cuatro de la mañana se abría la Puerta del Obispo para dejar paso a nuestros titulares, los cuales entraron a la Catedral Nueva con la marcha Llorando a mares por él, arropados como si fueron un gran abrazo blanco, como bien dice nuestro hermano Abraham Coco en El adelanto, y dejar atrás un nuevo desfile procesional que se había iniciado a medianoche.
FOTOS: ALMEIDA